jueves, 16 de abril de 2009

""That's one small step for a man, one giant leap for mankind.""






Por todos es conocida la frase que Neil Ald Armstrong, comandante del Apolo XI, pronuncio instantes antes de que el primer ser humano pusiera sus pies en la luna, expresión que pasó a los anales de la historia y que permanecerá en la memoria del mundo durante toda su existencia. Por si sola la frase esta repleta de una fuerza, sentimiento y esperanza para todo un planeta imposible de superar, y más aún si se acompaña con la imagen de Armstron bajando la escalerillas del modulo espacial camino de la superficie lunar.

Pero la celebre expresión "un pequeño paso para un hombre, un gran salto para la humanidad" no solo debe ser utilizada únicamente para este acontecimiento mundial, sino que existen otros grandes momentos de la historia en los que debieron volver a oírse estas palabras. Seguramente hay y habrá muchos ejemplos meritorios de la frase de Neil, pero yo quiero centrarme en dos actos concretos que se llevaron a cabo para que la palabra humanidad tenga el sentido que conlleva hoy en día, pues sin el respeto y el derecho a la igualdad de todos y cada uno de los habitantes del planeta no existiría tal expresión.



Nunca un hecho tan simple y personal tuvo una repercusión tan grande coma el realizado por Louise McCailey, más conocida como Rosa Parks y considerada la “madre de los derechos civiles en Estados Unidos”. En 1955, esta mujer de raza negra subió a un trasporte público y se negó a complacer al chofer del mismo que le recriminaba y quería obligarle a que cediera su asiento a un hombre de raza blanca, ya que los negros nunca podrían ir sentados en los asientos delanteros y menos aún delante de un blanco, lo cual le costo que fuera detenida y encarcelada. Este hecho hizo que un desconocido por aquellos tiempos, Martin Luther King, comenzará una protesta en los autobuses públicos de Montgomery, que termino con la práctica del racismo en los transportes públicos.



Ayá por el año 1969 se celebraron en México una nueva edición de los Juegos Olímpicos. Entre los muchos atletas que compitieron en esta edición del deporte de los dioses se encontraban dos estadounidenses, Tommie Smith, que consiguió la medalla de oro, y John Carlos, que se hizo con el bronce, ambas medallas conseguidas en los 200 metros lisos. Subidos ambos en el podium y con las medallas ya colgando de sus cuellos, comienza a sonar el himno de Estados Unidos, momento en que ambos deportistas se pusieron botos del Proyecto Olímpico para los Derechos Humanos, se descalzaron de sus zapatos, y con un guante negro en una de sus manos alzaron el brazo con el puño en alto, signo del movimiento antirracista de los Panteras Negras. A través de este gesto, ambos atletas quisieron demostrar que las ideas de libertad que se pregonaban por Estados Unidos y que incluso se mencionan en el himno de su país era una mísera idea solo posible para los blancos. Sin embargo, este signo de solidaridad tuvo un efecto totalmente contrario al esperado, pues tanto Tommien como John fueron descalificados y se les retiraron las correspondientes medallas.

El COI jamás castigó ni alegó nada en contra de los atletas alemanes e italianos que utilizaban el saludo nazi y fascista cada vez que tenían la ocasión de subirse al podium en los juegos de Berlín de 1936, pero en contra si castigo duramente un gesto pacifista en apoyo de la igualdad de las razas, sucedido el mismo año en que fueron asesinados dos grandes luchadores por la igualdad de los derechos civiles, Martin Luther King y Robert Kennedy.


Dicen que es conveniente terminar tus pensamientos haciendo uso de una cita celebre para reforzar tu postura. Yo, en esta ocasión no utilizare la frase de ningún personaje ilustre, sino que acabaré esta entrada tardía mencionando una estrofa extraída de la canción titulada Mil Vidas de Nach y que dice así: “Mi libertad sin fin y allí me veo, buceo entre los prados de la historia y su fortuna, quiero escapar junto con esta pluma de un presente que me abruma, estar en la pupila de Neil Amstrong al pisar la luna. Ser un pantera negra, con mi puño en alto, sentarme con Rosa Parks atras en aquel auto…”





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