Jugar a crear no es fácil, ni barato, y mucho menos aún, cuando se trata de llevar a la práctica una de las teorías con igual número de seguidores como de detractores, y que no es otra que la “Teoría del Big Bang".
Ubicado a 100 metros bajo tierra, entre la frontera de Francia y suiza, se encuentra un anillo metálico de 27 kilómetros de longitud y a unos 271 grados bajo cero, denominada como “La Maquina del Big Bag”, y cuya finalidad es recrear los instantes posteriores de la conocida teoría estándar basada en el bosón de Higgs, y poner a la luz información sobre la formación y creación del universo.
Para ello, la denominada máquina producirá cientos de millones de choques frontales de partículas a una velocidad próxima a la luz a través de aceleradores láser de plasma con energías de 10.0000 millones de voltios, y basado en la teoría de la relatividad especial de Einstein para lograr más velocidad en las simulaciones por ordenador.
Pero parece ser que el camino está lleno de baches. En un primer momento un cortocircuito eléctrico, y posteriormente la caída de una miga de pan dentro de la increíble mole científica, han hecho que el ambicioso proyecto se haya tenido que enfrentar a una serie de vicisitudes que han postergado su activación, al menos, el tiempo suficiente para que se desarrollen y maduren diversas teorías que explican estas extrañas dificultades.
Una de estas teoría sobre los fracasos pasados de El Gran Colisionador de Hadrones parece estar sacada de una auténtica novela de ciencia ficción, aunque ésta está apoyada por dos de los físicos más reconocidos de la comunidad científica, Holger Bech Nielsen y Masao Ninomiya, en lugar de un escritor con excelente gusto por lo inimaginable. Al parecer, y siempre partiendo de sus ensayos, la idea de la búsqueda del principio único del universo puede estar siendo saboteada desde el futuro, donde la mano de Dios no está dispuesta a permitir rivales, y siente la necesidad de guardarse el ingrediente secreto de la creación divina. Es decir, si el LHC fuese capaz de crear un universo de probeta, el resultado final sería la extinción de toda vida conocida, y alguien o algo desde el futuro a viajado hasta su pasado, hasta nuestro presente, para evitarlo. “Casi se podría decir que tenemos un modelo de Dios… y Él odia las partículas de Higgs, y trata de evitarlas” (Doctor Nielsen).
El CERN y su “Big Bang Machine” ha sido demandado por la especulación de que podría generar un agujero negro que destruya el planeta y hasta el universo, sin embargo, la probabilidad de que esto ocurra es mínima y las acusaciones han sido desestimadas.
Por otro lado, contemplamos la teoría religiosa, que afirma que el origen del universo y del Big Bang es obra de la mano de Dios, y que la existencia de la primera partícula elemental fue creación suya. Y por ello, la recreación de una posible gran explosión de más de 9.000 millones de dólares está predestinado al fracaso rotundo.
Pero parece ser que este acelerador láser de partículas se ha empeñado a rebatir cualquier teoría en su contra, y el pasado viernes, 21 de noviembre, un primer haz de protones recorrió, sin incidentes y antes de lo previsto, los 27 kilómetros de los que algunos llaman “Máquina de Dios”, aunque a una velocidad inferior y con paradas predeterminadas. Ha sido el calentamiento previo a la carrera. Ya en 2010, estos protones recorrerán todo el circuito en ambos sentidos a la velocidad casi de la luz, para colisionar en algunos puntos del mismo, consiguiéndose, “teóricamente”, el mismo estado en el que se encontró la materia después de la explosión que dio origen al universo conocido.
Si de algo se caracteriza el ser humano, es por su ímpetu de conocimiento, y su búsqueda de respuestas a aquellas preguntas que nos hacen ser como somos. No se trata de debatir la existencia o no de un ser supremo, sino de conocer. Es así por lo que The big Bang Machine no será nunca un fracaso, sino todo lo contrario, ya que de no demostrar como surgió todo, siempre sacaremos la conclusión contrastada de que de esa forma nunca sucedió.
Ubicado a 100 metros bajo tierra, entre la frontera de Francia y suiza, se encuentra un anillo metálico de 27 kilómetros de longitud y a unos 271 grados bajo cero, denominada como “La Maquina del Big Bag”, y cuya finalidad es recrear los instantes posteriores de la conocida teoría estándar basada en el bosón de Higgs, y poner a la luz información sobre la formación y creación del universo.
Para ello, la denominada máquina producirá cientos de millones de choques frontales de partículas a una velocidad próxima a la luz a través de aceleradores láser de plasma con energías de 10.0000 millones de voltios, y basado en la teoría de la relatividad especial de Einstein para lograr más velocidad en las simulaciones por ordenador.
Pero parece ser que el camino está lleno de baches. En un primer momento un cortocircuito eléctrico, y posteriormente la caída de una miga de pan dentro de la increíble mole científica, han hecho que el ambicioso proyecto se haya tenido que enfrentar a una serie de vicisitudes que han postergado su activación, al menos, el tiempo suficiente para que se desarrollen y maduren diversas teorías que explican estas extrañas dificultades.
Una de estas teoría sobre los fracasos pasados de El Gran Colisionador de Hadrones parece estar sacada de una auténtica novela de ciencia ficción, aunque ésta está apoyada por dos de los físicos más reconocidos de la comunidad científica, Holger Bech Nielsen y Masao Ninomiya, en lugar de un escritor con excelente gusto por lo inimaginable. Al parecer, y siempre partiendo de sus ensayos, la idea de la búsqueda del principio único del universo puede estar siendo saboteada desde el futuro, donde la mano de Dios no está dispuesta a permitir rivales, y siente la necesidad de guardarse el ingrediente secreto de la creación divina. Es decir, si el LHC fuese capaz de crear un universo de probeta, el resultado final sería la extinción de toda vida conocida, y alguien o algo desde el futuro a viajado hasta su pasado, hasta nuestro presente, para evitarlo. “Casi se podría decir que tenemos un modelo de Dios… y Él odia las partículas de Higgs, y trata de evitarlas” (Doctor Nielsen).
El CERN y su “Big Bang Machine” ha sido demandado por la especulación de que podría generar un agujero negro que destruya el planeta y hasta el universo, sin embargo, la probabilidad de que esto ocurra es mínima y las acusaciones han sido desestimadas.
Por otro lado, contemplamos la teoría religiosa, que afirma que el origen del universo y del Big Bang es obra de la mano de Dios, y que la existencia de la primera partícula elemental fue creación suya. Y por ello, la recreación de una posible gran explosión de más de 9.000 millones de dólares está predestinado al fracaso rotundo.
Pero parece ser que este acelerador láser de partículas se ha empeñado a rebatir cualquier teoría en su contra, y el pasado viernes, 21 de noviembre, un primer haz de protones recorrió, sin incidentes y antes de lo previsto, los 27 kilómetros de los que algunos llaman “Máquina de Dios”, aunque a una velocidad inferior y con paradas predeterminadas. Ha sido el calentamiento previo a la carrera. Ya en 2010, estos protones recorrerán todo el circuito en ambos sentidos a la velocidad casi de la luz, para colisionar en algunos puntos del mismo, consiguiéndose, “teóricamente”, el mismo estado en el que se encontró la materia después de la explosión que dio origen al universo conocido.
Si de algo se caracteriza el ser humano, es por su ímpetu de conocimiento, y su búsqueda de respuestas a aquellas preguntas que nos hacen ser como somos. No se trata de debatir la existencia o no de un ser supremo, sino de conocer. Es así por lo que The big Bang Machine no será nunca un fracaso, sino todo lo contrario, ya que de no demostrar como surgió todo, siempre sacaremos la conclusión contrastada de que de esa forma nunca sucedió.
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